Más de alguna lectora o lector que tiene la generosidad de darse una vuelta por este blog habrá esperado que me ocupe del tema de Federico Dantón García. No lo hice porque en estos días convergieron las siguientes circunstancias:
1. Aunque oficialmente estamos en primavera, los hechos nos recuerdan constantemente que nos encontramos aún en un periodo de transición entre el invierno y la primavera; en otras palabras, son los días en que el clima está cambiando.
2. Cada vez que uno se resfría por estas fechas (o por las correspondientes a la transición entre otoño e invierno), la sabiduría popular tradicional urbana lo atribuye al cambio de clima. Y como medio mundo se resfría, y como los integrantes de este medio mundo no comparten otra circunstancia común que la climática, y a falta de los estudios correspondientes o la posibilidad de que cada uno de nosotros emprenda una investigación científica que afirme o desmienta tal hipótesis, no nos queda más que aceptar que el agente causante del resfrío es el cambio de clima.
3. Ergo, como el clima está cambiando, el lunes de la semana anterior cogí un fuerte resfrío, hecho que me puso en zozobra a mí y a mi germanofilia, puesto que peligraba mi asistencia a la venidera y hoy ya pasada Oktoberfest (la de Lima). Para cortar el resfrío lo antes posible, empecé la semana brindando con un cóctel de pastillas y vitapirena que en otros tiempos había dado buenos resultados.
4. Pero como la historia no tiene necesariamente que repetirse, al concluir la semana apenas había conseguido mermar el resfrío, que continuaba atormentándome con insistencia.
5. El jueves la blogosfera reportaba la aparición del hijo desconocido del Innombrable. Y mientras en los días siguientes los blogs de la competencia, cada uno con su estilo, le dieron al tema, yo quedaba impedido de ingresar en la blogosfera debido al resfrío que, recalcitrante, me envió nuevamente a la cama durante todo el fin de semana.
6. ¿Y qué tiene que ver esto de resfriarse con el hecho de no escribir un post con su correspondiente foto, considerando que un resfrío no suele minar considerablemente nuestras facultadas intelectuales?
7. Resulta que no tengo internet en casa, y al tener que quedarme en cama, no podía permitirme las largas sesiones que me demanda la actualización del blog en cabina pública. Así, pues, El blog de La Plazuela quedaba inevitablemente anquilosado en el asunto de los dromedarios, que terminaron condenados al olvido por obra y gracia del hijito del Innombrable.
8. Además, tenía entre manos un libro que debía corregir enterito durante ese mismo fin de semana. No tenía espacio para pensar en otra cosa, apenas una mirada rápida a El Comercio a las horas del desayuno y del almuerzo, y Sandokán, a la hora de ir al baño.
9. Y no llegaba aún mi total recuperación, cuando el día lunes la blogosfera reportaba que el Innombrable había aparecido ante cámaras reconociendo públicamente la paternidad de su hijo y cerrando de una vez el asunto (¿Y el tema de las vacunas?).
Así, pues, el paseo del pequeño Fede por la blogósfera llegaba a su fin, por obra y gracia de su padre, sin haber tenido la ocasión de darse una vuelta por La Plazuela. Procedió entonces a continuar su camino en la vida, al mismo tiempo que nos decía adiós alegre e inocentemente.
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