Debo aclarar que en el primer texto del 10 de julio, cuando hablaba de estar contuso y magullado no incluía a mi mano derecha, aquella que marcó el rostro del innombrable en la cédula de votación el día de la segunda vuelta. Sí, tengo un dolor en el dedo medio, pero es consecuencia de un asalto perpetrado por un cardumen de pirañas. Guardé la necesaria compostura como para no tomar represalias contra la mano que ejecutó el voto. Sin embargo, algunas noticias en las últimas semanas están amenazando la calma que me permitió conservar los diez dedos de mis extremidades superiores.
Es cierto: jamás creí en el pregonado cambio operado en el innombrable. Yo ya era estudiante universitario cuando el no-mencionado fue electo secretario general del APRA, y recuerdo su discurso. También entonces se decía que el I-NM (Siglas con que me referiré de ahora en adelante al Innombrable-No Mencionado) representaba un cambio en el APRA, una renovación. El I-NM seducía a muchos con sus aparentemente inteligentes y razonados argumentos. Parecía saber o haber visto lo que otros no sabían o no habían visto. Yo no creí, sin embargo en él. Pero la mayoría de los electores sí.
Y hoy en día habla igual el tipo. Su misma retórica. Su mismo estilo.Y empiezan por ahí a asomar los rostros enterrados, las vergüenzas púdicamente ocultas para no recordar el pasado. Ahí está el desempolvado Alva Castro, por ejemplo, hablando de manipulación de cifras (¿Recuerdan la "inflación bruta" y la "inflación neta" de su sucesor Saberbein?). Mercedes Cabanillas no se ha quedado atrás: alegremente se ha puesto a regar mentiras sobre el CNE. Y el treneléctrico Jorge del Castillo se perfila como Presidente del Consejo de Ministros. ¿Qué "monumento" de concreto nos dejará esta vez al culminar su gestión?
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