Sí, de nuevo. De vuelta a las urnas. De regreso a la escuela, aunque sólo sea para votar. Los miembros de mesa de regreso a sus respectivas carpetas. Ahora son los municipios y las presidencias regionales los oscuros objetos del deseo. Que las ciudades bellas del país (Arequipa, por ejemplo) se conserven bellas y cada vez mejor. Pero no puedo hablar por Arequipa ni por otras acogedoras ciudades, porque resido en Lima y aquí tendré que votar. En la tres veces coronada y diez mil veces aporreada villa, la cosa es más difícil. La ley electoral debería contemplar una excepción para Lima y ser más exigente en requisitos. Y es que el alcalde de Lima Metropolitana tiene que hacer frente no a una simple ciudad, sino a un desastre urbano, a una especie de ser mutante, a un Mr. Hide que no tiene cuándo volver a ser Dr. Jekill.
Habría que discutir cuál habría de ser la principal virtud del alcalde ideal de Lima Metropolitana. Pero cuando pienso en ello, llega el momento en que debo yo mismo aplicarme un pellizcón que me devuelva a la realidad. "Vamos, hombre, se realista: los magos no existen". Claro, mis inefables divagaciones piensan en magos de verdad, un Harry Potter ya adulto que libre la batalla definitiva contra Voldemord-Lima, que en realidad no es un solo monstruo sino varios en uno. Una especie de Frankenstein donde cada pieza tiene vida propia y donde cada una de ellas se une para defender con uñas y dientes la integridad física y moral del engendro.
Así, pues, los gladiadores tienen primero que sacarse el ancho entre sí, para ver quién sube al ring y resiste más; porque en el poco tiempo que lleva cada round, le será imposible masacrar al monstruo como se merece. Castañeda exhibe como trofeos algunos chichones en la cabeza del engendro. Benedicto Jiménez llega con aires de comisario apuntando al núcleo del mal; pero no repara en que el eje del mal limeño tiene otros componentes: los transportistas y sus bestias rodantes. Lay Sun parece ofrecer transparencia: pero de pastor podría terminar convertido en mártir. El fujimorismo, al parecer, lo que quiere es sólo reírse un poco: recordó lo de "pan y circo"; pero como no piensa dar pan, nos brinda a la Sra. Lozada de Gamboa para que la gente se ría un poco y Fujimori se jacte de haberle devuelto la sonrisa al pueblo. Y el humalismo, parece que sólo se presenta por cumplir, con el mismo entusiasmo con que Machín daba el sí en su matrimonio con Wendy.
Pobre Lima.
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