Cuando aún era un simple navegante y no me había iniciado aún en los misteriosos arcanos que me permitían acceder a un lugar en la red, me preguntaba si era tan difícil mantener una página actualizada. Pensaba esto a raíz de que solía encontrarme con páginas donde el webmaster se disculpaba por no haber actualizado su página, esgrimiendo como argumento la falta de tiempo, el estar muy ocupado. Ahora, como webmaster y blogger, vivo el asunto en carne propia, y sé a lo que se referían.
A veces nos frustra el hecho de no disponer de suficiente tiempo para dedicarlo a nuestros proyectos en la red. A veces pensamos que no hay salida, máxime cuando los accesos tienen lugar inevitablemente desde una cabina pública, de cuyos horarios y disponibilidad de espacio somos dependientes. En efecto, no hay nada que más reviente que encontrar la cabina llena de mocosos usando las computadoras como juguetitos y aferrados con uñas y dientes a sus máquinas, sin dar margen a que uno tenga que esperar para actualizar la página web o el blog. Claro, me dirán que tales mocosos tienen todo el derecho del mundo a usar un servicio porel cual están pagando. Y es verdad, no lo puedo negar. Pero este razonamiento difícilmente nos consuela de la frustración del momento.
En estas circunstancias, uno tiene que arreglárselas para aprovechar al máximo el poco tiempo libre. Y nuestra experiencia como usuarios del transporte público habrá de servirnos. Pensemos que todas aquellas cosas por hacer que se nos amontonan son como los pasajeros de una coaster apiñados por obra y gracia de la urgencia y el cobrador. Recordemos cómo y de qué manera nos tenemos que abrir paso entre la masa compacta de gente para poder llegar a tiempo a la puerta y bajarnos en el paradero que nos corresponde, y no en aquel donde el apiñamiento amenaza con dejarnos.
¿Una comparación forzada? ¿Sí? ¿Que no tiene nada que ver una cosa con otra? Lo siento, pero es que me resisto a admitir que todo el suplicio que significa tener que usar el transporte público de la ciudad a diario resulte inútil. ¡Para algo tiene que servir! Y si no, ¡dévuélvanme mi sol!
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