Hoy es 8 de abril, víspera de elecciones en el Perú. Hay incertidumbre: para quienes navegamos en Internet, la prohibición de difundir encuestas no resulta efectiva. Las podemos leer en los medios del extranjero. La brecha digital nuevamente se manifiesta; información accesible sólo a ciertos privilegiados... (1)
Bueno, gran parte de la brecha digital es, sin duda, voluntaria: otra cosa no puede deducirse tras escuchar los estentóreos gritos de tanto chiquillo jugando no se qué juego en línea en casi todo el resto de las cabinas. Los más silenciosos están inmersos en el chat. Ninguno de ellos probablemente abre ningún periódico (2), menos buscará alguno en Internet. Quién sabe si algún tímido freak ande por allí hurgando en páginas científicas o literarias, extasiado ante las nuevas posibilidades de acceder al conocimiento.
Pero bueno, volviendo al tema, intento quebrar tal brecha digital difundiendo por las ondas de Radio Bemba lo leído en la WWW. Pero después de almorzar mi comunicación con individuos de la especie humana no ha sido precisamente prolífico. Llamadas para coordinar una reunión de trabajo de La Plazuela (brevísimas porque fueron hechas desde y a celulares), un breve también diálogo en el Messenger, en el que no hubo tiempo para hablar de política, las personas que atienden en la cabina para pedirles un par de indicaciones... Y bueno, tal vez más tarde, si hay ocasión. En la peluquería, puede ser, aunque tampoco ahí suelo conversar cuando voy y no sé por qué tendrá que ser esta vez distinto. "Señoras y señores que se encuentran del otro lado del acantilado digital, tengo para ustedes una primicia... Y no se las voy a contar....!"
Pero no, no me siento ni privilegiado ni poseedor de los secretos arcanos. Es más, me pregunto si tuvo sentido entrar a la prensa extranjera y leer las dichosas encuestas prohibidas. ¿Gané realmente algo? No lo hice para orientar mi voto: éste ya está decidido desde hace semanas. ¿Entonces? La mera e inútil curiosidad. O morbo electoral, podríamos llamarlo, quizás. Igual que probar un delicioso postre que va a llenar el estómago y llevar al orgasmo a nuestro paladar, mas no a alimentar el cuerpo.
(1) Privilegiados en cuanto al conocimiento, claro está, porque para formar parte de la "clase privilegiada", en el sentido tradicionalmente monetario del término, mis bolsillos semivacíos han sido siempre un pesado lastre.
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